«Quiero vivir sin miedo»
por Julio Mosle
«Quiero vivir sin miedo» y «A mí me cuidan las pibas» son las dos consignas que más se repitieron hoy frente al Palacio de Tribunales porteño, sede del Poder Judicial de la Nación, donde miles de personas se manifestaron para exigir justicia por el femicidio de Úrsula Bahillo y para que se implementen políticas públicas efectivas contra la violencia de género.
De la movilización participó la madre de la joven, con una bandera exigiendo justicia por su hija, asesinada el 9 de febrero por su exnovio, integrante de la policía bonaerense.
Además de la madre de Úrsula, formaron parte de la manifestación familiares y amigos de numerosas víctimas de femicidios con carteles recordándolas y exigiendo justicia.
Mujeres que llegaban solas o con sus amigas y parejas desde distintos puntos del Área Metropolitana de Buenos Aires se mezclaban en la Plaza Lavalle con militantes de distintas organizaciones sociales, sindicales, políticas y feministas.
Los pasacalles que exigían presupuesto para distintas políticas públicas contra la violencia de género alternaban con carteles artesanales con consignas como «Quiero vivir sin miedo», «A mí me cuidan las pibas», «Justicias por Úrsula», «Me callé hasta que me vi muerta», «Reforma judicial feminista», «Somos las sobrevivientes de un Estado ausente», «Disculpe las molestias pero nos están asesinado», «Qué piba nos va a faltar mañana?», o «No quiero sentirme valiente cuando salga a la calle, quiero sentirme libre».
Más de una docena de jóvenes se acostaron desnudas y cubiertas con plásticos transparentes frente al Palacio de Tribunales para representar a las víctimas de femicidios con un cartel que indicaba: «298 femicidios del 1 de enero al 30 de diciembre de 2020, 54 hicieron denuncias previas, 19 tenían medidas judiciales, y 15 femicidas pertenecen a las fuerzas armadas o de seguridad. Basta de justicia patriarcal, el Estado es responsable».
Un grupo de manifestantes pintó en el suelo de la plaza siluetas recordando a las más de cincuenta víctimas de femicidio que se registraron desde el 1 de enero de 2021, mientras que distintos grupos de percusión sumaban su música al reclamo.
Rocío tiene 16 años y llegó desde la localidad matancera de San Justo en colectivo con sus amigas: «Cuando vimos la convocatoria en redes sociales nos pusimos de acuerdo para venir, muchas tenemos suerte de tener parejas que nos respetan o entornos que nos cuidan, pero todas conocemos alguna amiga que puede terminar como Úrsula», dijo.
«Estamos cansadas de tener miedo y es frustrante ver que el Estado no nos cuida, sabemos que hay leyes y que se crearon ministerios, pero cada vez que muere una piba nos damos cuenta que nada alcanza», añadió.
Valeria, de 23 años, hizo tiempo con algunas de sus compañeras de trabajo cuando terminaron el turno para quedarse a la manifestación y le dijo a esta agencia: «Ya no se puede seguir así, esta chica había hecho muchas denuncias previas, el Estado no estuvo para ella y la verdad es que la justicia tiene que explicar por qué no se tomaron medidas para cuidarla; acá fallaron todos y por eso Úrsula terminó asesinada».
«Es importante que estemos en la calle, pero hace falta que aparezcan las medidas para cuidarnos, con mis amigas vinimos a varias marchas contra la violencia hacia las mujeres y no queremos marchar más, necesitamos que nos cuiden de verdad», completó.
Ayelén, que llegó junto a su pareja desde Olivos, dijo a esta agencia que «el femicidio de Úrsula no sólo reaviva los miedos de cada una de nosotras, nos angustia todavía más porque vemos que ella había hecho varias veces la denuncia y que ninguno de los mecanismos que debían cuidarla la protegió».
Y agregó: «Hoy sólo contamos con nosotras mismas y con nuestras amigas para cuidarnos, pero esto no puede ser así, necesitamos que haya un Estado responsable y especialmente que haya una justicia eficaz y veloz para que podamos hacer algo tan básico como poder vivir sin miedo».
El colectivo «Ni Una Menos» difundió un comunicado en el que sostuvo que «Úrsula tenía 18 años, estuvo de novia con Matías Martínez, policía bonaerense, con antecedentes; un violento que la golpeó y la amenazó de muerte hasta que la mató. Úrsula y su mamá lo habían denunciado y él estaba con ‘carpeta psiquiátrica’ por las reiteradas denuncias en su contra por violencia de género».
«Úrsula tenía miedo de que la maten y la mataron. Pidió ayuda, hizo denuncias; sus posteos en las redes y su voz desesperada a las amigas hablan en un lenguaje que es de la calle, de las movilizaciones, de la constatación cotidiana de que la rabia no alcanza, de que es necesario organizarla para cambiarlo todo. Pero todo, de cuajo; porque su historia no es extraordinaria, es dolorosamente común», agregaron.