Recuperan la obra poética de Marechal
El libro «Obra poética» recupera los poemas escritos por Leopoldo Marechal (1900-1970) desde el primer poemario que escribió, «Los aguiluchos», hasta su producción de 1966, apenas cuatro años antes de su muerte, y algunos poemas casi desconocidos, publicados de manera póstuma.
El volumen editado por el sello Leviatán contiene un repaso acabado de la poética de Marechal y muestra el primer romance literario de este ensayista, cuentista, dramaturgo y novelista, recordado por «Adán Buenos Aires», novela emblemática de la literatura argentina.
Entre los poemas dispersos y poco conocidos -muchos recopilados por las hijas de Marechal- se encuentran los románticos y juveniles «La antigua canción» y «Canción del amor que llama», publicados en 1924 por Plus Ultra.
Así como la oda «Omar Khayyam», que el mismo año el poeta publicaba en Caras y Caretas: «Con los ojos unidos en simas pavorosas,/ yo buscaba el cerrado misterio de las cosas,/ y el porqué de la muerte y el como del destino,/hasta que el buen maestro se cruzó en mi camino».
En ese segmento de curiosidades se inscriben sus «Palabras al Che»: «Porque otra vez contemplo una balanza ya puesta en equilibrio por tu combate último./ Y frente a esa balanza, diré a tus enemigos y los nuestros: ‘Han hecho ustedes un motor inmóvil de un guerrero movible’./ Y ese motor inmóvil que alienta en Santa Cruz/ya está organizando el ritmo de la futuras batallas».
Además del «Epitafio a Ricardo Guiraldez», donde escribió que «El elogio no es costumbre en su boca, sino perfume de su corazón»; u «Oliverio Girondo», los versos que hablan del «casus belli de su melena» que «trae recuerdos de malón» y «no sabe que lleva un penacho de sueños», completan esa última sección, la más curiosa del libro.
A estos textos se suman escritos publicados en forma póstuma en 1979, como el extenso «Poema de la física», desarrollado a lo largo de 34 estrofas, y el «Poema de la psiquis», vasto aunque menor que el anterior.
«Ni un ciclotrón me aturde ni aborrezco al uranio» escribe en el primero; «Porque yo tuve Psiquis en mi flanco derecho/ y la senté conmigo en los umbrales/ de una Ciudad sin rumbo que mentía su infancia», se lee en el otro.
Esta edición incluye al «Heptamerón», poemario publicado en 1966 que recorre los siete día de la semana con siete temas dedicados a siete escritores y poetas, el cual abre con «La alegropeya» para Fernando Demaría y sigue con «La patriótica», acompañada por la copia del manuscrito, para José María Castiñeira de Dios.
«La Eutanasia» inicia el tercer día, dirigida a Ernesto Sábato; continúa con «El Cristo» dedicado a Edmundo García Caffarena; en «Arte poética» Rafael Squirru, «ese monstruo que se llama poeta», fue el motivo de su canto; «La erótica» está dirigida a Tomás Eloy Martínez; y «Tedéum del poeta», escrito para Angel Bonomi, cierra el séptimo día.
De ese mismo año, 1966, es el lúdico «Poema de Robot» que dedicó a Francisco Porrúa: «Aquella danza mía no fue un acto de triunfo,/ sino un gesto ritual./ Porque la muerte de Robot no es bella,/ sino feliz en su aleccionamiento».
Esta cuidada compilación se completa con el «Canto de San Martín», de 1950, que incluye coros de niños vocalizado; «El centauro» y los «Sonetos a Sophia y otros poemas», Premio Nacional de Poesía 1940; los «Poemas australes» de 1937; el «Laberinto de amor» que dedicó a María Zoraida en 1936; las «Odas para el hombre y la mujer» (1929); «Días como flechas» (1926); y los libros Primero, Segundo y Tercero junto a los intermedios «Luzbel» y «Motivo del Alfarero», de 1922.
Marechal fue bibliotecario, maestro, profesor de secundaria y parte de la generación que se nucleó durante los años 20 en la revista Martín Fierro.
En la primera etapa de su vida literaria prevaleció la poesía, inclinándose hacia el vanguardismo primero y reafirmando el equilibrio entre la novedad y lo clásico a partir de 1929 con «Odas…», Premio Municipal de Poesía.
A la fecha, sus dos hijas, únicas herederas y custodias de sus escritos, crearon la Fundación Leopoldo Marechal para recuperar los manuscritos de su vasta producción, preservar y difundir su obra.