¿Sería yo una mujer negra?
Esta es la pregunta disparadora del cortometraje “Revejo”. La cineasta brasileña Láisa Freitas pone la lupa en el proceso de construcción de la identidad étnica y en la importancia de la militancia afro, como partes fundamentales de la construcción colectiva de identidad y representación.
por Melina Schweizer
El jueves 12 de septiembre se realizó el evento afrocultural “¿Sería yo una mujer negra?” en el Centro Cultural Tierra Violeta, ubicado en Tacuarí 538, del barrio de San Telmo. El mismo consistió en la proyeccción el documental “Revejo”de la cineasta afro-brasileña Láisa Freitas.
La periodista y realizadora audiovisual afro-brasileña Fernanda Pessoa moderó el encuentro. Estuvieron presentes Julia Cohen Ribeiro, del colectivo artístico afrofeminista Kukily; Lisset Gonzales Batista, negra, migrante cubana, graduada en estudios culturales, integrante de Tertulia De Mujeres Afrolatinoamericana (TEMA) y del área de género de la Comisión 8 De Noviembre; Tamara Beltrame, afroargentina y feminista antirracista y la directora del film, Làisa Freitas, cineasta brasileña, que en actualidad gestiona la creación del website “Revejo”. Làisa vino a pasar tres meses en Buenos Aires para estudiar español. Hace años que se dedica a estudiar la cuestión racial en Brasil en todo su contexto.
A las 20 horas se lanzó este bolonqui violeta que giró en torno a la pregunta “¿Sería yo una mujer negra?”. Este interrogante disparador, tuvo como objetivo promover la reflexión y la discusión en torno a la construcción de la identidad de las mujeres negras desde distintas perspectivas y experiencias de la negritud. “Es una pregunta que se nos ocurrió a muchas mujeres negras en algún momento de la vida. Y por eso la elegimos, junto con Láisa, casi como una provocación. Me parece que, con este cuestionamiento, al menos en mi experiencia personal, empecé también a construir mi identidad”, explicó Fernanda Pessoa.
“Revejo”, es una reflexión sobre la construcción de identidades negras. La propuesta del film es contemplarnos como mujeres negras. Existe mucha belleza en la experiencia de la negritud y las mujeres negras llevan historias que necesitan ser compartidas y admiradas.
Tras la puesta del film, su directora tomó la palabra, agradeció a los colectivos y de personas que hicieron posible su realización, y dijo: “Tres meses atrás, antes de venir a Buenos Aires, empecé a buscar qué hacer en esta ciudad. Llegué en Julio, mes de la mujer negra latinoamericana, empecé a buscar y, entonces, encontré en Internet la página Afrofeminas.com. Allí descubrí la agrupación Tertulia de Mujeres Afrolatinoamericanas (TEMA), que se reúnen una vez al mes en este centro cultural. Y, así conocí Tierra Violeta”.
Con la proyección de Revejo finaliza la visita de Làisa Freitas en esta Ciudad: “La próxima semana regreso a Brasil. El universo es mágico porque hoy me trajo hasta aquí. Este cortometraje fue el proyecto que presenté, como examen final de conclusión de grado, en el Curso de Cine y Audiovisual de la Universidad. Una cosa que me pasó mientras cursaba, y es cautivador para mi decirlo, fue que, en la mitad de mi curso, fui llamada por una amiga para formar parte de un equipo que iba a realizar un cortometraje sobre el rey del RAP femenino. Cuando mi compañera me invitó, usó las siguientes palabras: Quiero formar un equipo de mujeres que tenga mujeres negras, como tú. Escuchar esa frase me motivó, ya que, hasta ese momento, no me consideraba negra y de esta nueva percepción nació la pregunta que hoy está plasmada en este proyecto que lleva como nombre Revejo, que en español significa reveo o revelar”.
“Con este cortometraje busqué volver a ver algunas cosas de mi historia”, expresó más adelante y aseguró que esta introspección le hizo percibir que: “La construcción de la identidad es compleja y que, la experiencia de la negritud, es muy grande y diversa. Por eso llevo conmigo, hasta ahora, esta pregunta: ¿Sería yo una mujer negra? La enuncio, más bien, como una provocación, como una interrogación a la identidad, como cuando asumimos nuestra identidad. La construcción de la identidad, como la construcción de la subjetividad, pasa también por el contacto con el Otro”.
Debate y reflexiones
Julia Cohen Ribeiro, del colectivo artístico afrofeminista Kukily, considera que el sentido de todo lo que hace es político, y así lo expresa: “Me impresiona ver cómo, sin conocernos, las artistas de la diáspora pensamos las mismas cosas y pasamos por las mismas angustias». Luego reflexionó sobre: «La necesidad que tenemos de buscar nuestras raíces que, a veces, están ahí y no las podemos ver porque, en ocasiones, no tenemos idea de la dimensión que tiene nuestro color. Nos damos cuenta de lo que nuestro color provoca cuando recibimos la mirada del Otro. Cuando vine a vivir a Buenos Aires tenía once años y la gente me decía que yo era negra, cosa que no entendía pero, cuando empecé el encuentro con otras mujeres, entendí que tengo un lugar, y que, en el encuentro con otras mujeres negras, me encontré. En Kukily somos cuatro compañeras negras y migrantes. Nos hemos dado cuenta que, aunque somos de distintos países, nos atraviesan las mismas cosas. El poder encontrarnos y contar nuestras historias, para así construir una ficción partiendo de la geografía de nuestras propias vivencias, es algo estremecedor, es sanador”.
Por su parte, Lisset Gonzales Batista enfatizó en el proceso de esclavitud que vivieron nuestros ancestros: “Tanto nuestros nombres como nuestros apellidos fueron impuestos. Son muchos nombres que nos son ajenos debido a que no tuvimos la posibilidad de ser nombrados por nuestros ancestros y es, en ese sentido, que aparece la formación de las mujeres negras que puedo ejemplificar como un viaje muy complicado, de mucha introspección, de muchos desencuentros. En este viaje pasamos por puertos donde suben a nuestro barco emociones, como el sufrimiento. Donde, también, recibimos soplos de alegría. Donde uno se va percatando de la deconstrucción que se realiza en el trayecto de construcción de nuestra identidad. Entonces, en el armado de este rompecabezas se produce la búsqueda de la identidad étnica. A veces, nuestra búsqueda de identidad se vuelve complicada puesto que se tienen diferentes formas de llegar a ella. Y, esto, es lo que podemos ver plasmado en este cortometraje que evidencia cómo la construcción de negritud se va produciendo a partir de la experiencia que, al final, al contarlas se vuelven comunes. Es por eso que destaco la importancia de este documental. Porque refleja la búsqueda que nos atraviesa como mujeres negras”.
“Me gustó mucho la escena de la cocina, donde la familia estaba cocinando en conjunto”, añadió, Lisset: “Siento que se une mucho a nuestra formación como personas negras, esa conexión con nuestra ancestralidad que es tan simbólica de memoria, de palabra. Siento que esta dualidad de la africanidad, en este film, está representada en esa escena de la cocina, con cada olor, cada color, cada sabor. ¡Nosotras somos tan distintas! Pero nos atraviesan los mismos aspectos, en distintas latitudes y, eso, lo podemos ver en la rebeldía de nuestro pelo, que para nosotras es tan importante”.
“¿Sería yo una mujer negra?”, se preguntó Tamara Beltreme, a la hora de dar su opinión, y dijo: “Esta es la pregunta que me hice, y creo que la construcción colectiva de todas, es lo que termina explicándonos y reconociéndonos como mujeres negras. A algunas personas les llega más esta pregunta. A mí, por ejemplo, me hace recordar cómo me trataban como “la negra”. Yo no me reconocía como tal pero, aunque sí como morenita. Es como esa venda que obtenemos del mestizaje que te hace crear esa diferenciación de manera colorista. Porque crecés con esa etiqueta que te va poniendo la gente, que no hace más que separarte. En Argentina, todavía se niega la existencia de nuestra parte negra, lo que hace que vivas respondiendo constantemente la pregunta: ¿de dónde eres? En cualquier lugar yo era la única diferente. Me choca eso que dice Freitas, de cómo su compañera de la universidad la hizo pensar en esta pregunta, por el hecho que, hasta ese momento, ella no se consideraba una mujer negra. Pasé por eso. Cuando inicié la militancia encontré mujeres maravillosas, y fue entonces, en la construcción de mi identidad como mujer negra argentina, cuando experimenté ese reencuentro con mi ancestralidad. Pude así entender que la discriminación que sufría venía del racismo. Porque el racismo te convierte en un ser exótico, o hipersexualiza tu cuerpo o intenta afear tus rasgos negros. Y, todo eso, yo lo tenía muy naturalizado”.
Thamires Amaral, una joven afrodescendiente que asistió al evento, tomó la palabra y, con voz tímida, clara, suave y emotiva, dijo: “Hoy, por primera vez, me siento cómoda de poder hablar desde un lugar, desde mi lugar, y, en un momento, este documental me hizo pensar en lo importante que es la representatividad, en lo importante que es, para mí, ver a otras mujeres físicamente como yo, fenotípicamente como yo, en los espacios de militancia. Porque, yo, antes pensaba que no podía participar en estos espacios, que no tenía el derecho de estar aquí. Así es que funciona el mecanismo de la identidad negada, terminás autoexcluyéndote. Entonces, cuando me vi en otras compañeras me dije: Si ella puede participar, yo también puedo, porque, también pertenezco a este espacio a este lugar de resistencia. Para mí, fue muy importante entender que la experiencia de la negritud es distinta, que no hay un único camino, una sola posibilidad, debido a que somos muchísimas y muy diversas”.
Bruna Stamato Dos Santos, afo-brasilera, reflexionó diciendo: “Me siento identificada con este film. Hace mucho me hice esa pregunta. Cuando naturalizás que sos morena se produce una negación de la identidad, lo que también es violencia. La identificación en otras mujeres negras nos ayuda a reforzar nuestra identidad étnica”. Luego hizo un llamado a no caer en la idealización y romantización de África como proceso de identidad. Y, por último, alentó a llamar a las cosas por su nombre diciendo: “El racismo existe, llámenoslo por su nombre”.
Pensarse desde la Memoria
En una de las escenas de este cortometraje, las protagonistas usan rollos de cámaras analógicas para enredarlas en el cuerpo en una performance donde, también, usan otros materiales para unirlos como si fueran raíces, lo que nos invita a pensar en los cuerpos negros como archivos de la memoria.
Los cuestionamientos que se abrieron esa noche en el Centro Cultural Tierra Violeta, arrojaron, también, conclusiones entre las cuales destacan las siguientes:
1. Es necesario generar espacios donde podamos hablar sobre lo que significa ser mujeres negras, haciendo hincapié en la importancia de la construcción colectiva de esa identidad. Resaltando la militancia como el lugar donde radica nuestro compromiso de reivindicación histórica lo que, a su vez, nos enlaza con nuestras raíces ancestrales.
2. Es necesario destacar que no hay una sola forma de ser negra. La afro-descendencia es muy variada y viene en distintas presentaciones. Es importante comprender que, tanto la construcción de la identidad negra, como el reconocimiento de la misma, son producto de un proceso de búsqueda. A algunas mujeres les toma más tiempo empezar este proceso. Esta sucesión de cambios lleva consigo la insignia de autoreconocerse como mujeres negras.
3. El viaje hacia el reconocimiento de nuestra negritud, en algunas ocasiones, lo realizamos en total soledad, llevando la pesada carga de la herencia negacionista impuesta por la construcción de la identidad nacional de nuestros países, a la que, también, se suman las subjetividades familiares.
4. Sin importar el motivo que nos hace despertar y cuestionar nuestras estructuras sociales y familiares, lo fundamental pasa por las preguntas que nos hacemos. La revalidación que nos da la formación como mujeres negras es un viaje producido por distintas experiencias donde buscamos evaluar las cosas que nos conforman y marcan nuestra historia. Al hacer esta especie de revisionismo de nuestros contextos, terminamos dándonos cuenta que las cosas que hemos naturalizado son producto del sistema racista en el que nos encontramos. Entonces, al reconocer esto, empezamos a desconstruir para construirnos, para sanar.
Como dice la cineasta Freitas “la experiencia de la negritud es muy grande y diversa”. Quiero concluir esta nota proponiéndoles a los lectores y a las lectoras hacerse la misma pregunta: ¿Sería yo un hombre negro?, ¿Sería yo una mujer negra?