Sexo y cash.
(Una historia sobre capital, trabajo y derechos)
*por Mariela Acevedo
Creo que el título algo cinematográfico logra captar algunas de las aristas del debate que se dio estas últimas semanas. A raíz de varios episodios de distinto orden, se reabrió la tensa discusión entre un sector que se posiciona desde el feminismo abolicionista (del sistema prostituyente), y otro que lo hace desde el activismo por los derechos de les trabajadorxs sexuales. El aislamiento que obliga al encierro y la suspensión de actividades económicas, el rol del estado frente a sectores vulnerados y las demandas de políticas públicas, las ideas sobre trabajo y sexualidad que circulan, todo en esta nota.
Primer episodio: Economía popular y derechos laborales
A principios de junio sorprendió a todes la noticia de que el flamante Registro Nacional de Trabajadoras/es de la Economía Popular (ReNaTEP) dependiente del Ministerio de Desarrollo Social, incluía como posible categoría de inscripción la de “trabajador/a sexual”. Las razones de incluir la actividad dentro de la economía informal implicaba el reconocimiento de la vulnerabilidad de un sector de la población que precisa de la asistencia estatal de emergencia para sostenerse, aún más en la situación de precariedad y encierro que representa la pandemia por COVID 19, pero también significaba dar un paso hacia la regulación del ejercicio de la prostitución que en Argentina es libre.1 Al hacerlo se zanjaba un debate sin darlo, y se tomaba posición por la sindicalización dejando sin interlocución con el Estado a otro sector de personas en situación de prostitución que reclama políticas de reparación de derechos vulnerados. La Asociación de Mujeres por los Derechos Humanos (AMADH) lo decía claramente en su tuit de interpelación al Ministro Arroyo: “No somos anti-putas. Somos las putas que no pudieron sindicalizar!”2
Pocas horas después, el anuncio —celebrado como un avance por el sindicato AMMAR (Asociación de Mujeres Meretrices de Argentina) y quienes militan por la regulación del trabajo sexual— quedaba en suspenso sin muchas explicaciones (la inscripción al ReNaTEP estuvo fuera de línea entre la primera semana de junio y la tercera semana de julio).3 Lo cierto es que frente a la baja del registro anunciada por Gustavo Vera en un tuit, el Ministro Daniel Arroyo tomó la iniciativa de abrir una mesa de diálogo con todas las voces: se convocó representantes de AMMAR, Furia Trava y (AMADH). En las siguientes semanas, se invitó al diálogo entre el ministro de Desarrollo y la ministra de las Mujeres, Género y Diversidad, Elizabeth Gómez Alcorta, a cada espacio de interlocución: AMMAR (por trabajadoras/es sexuales) tuvo su encuentro virtual el 17 de junio, Organizaciones travestis y trans (lo comunicó Furia Trava) se reunieron el 18 de junio y representantes abolicionistas (AMADH y La Raquel) lo hicieron el 25 de junio.
En las reuniones, la necesidad de concretar “un registro lo más amplio posible y la oportunidad de asistir con políticas públicas” a quienes se encuentran en situación de prostitución fue el punto de acuerdo de todos los espacios. También se dejó en claro, desde las agrupaciones abolicionistas/transabolicionistas, que no se persigue “ninguna política pública con tinte prohibicionista o represiva” y se instó a su vez a “avanzar con determinación con el Proyecto de ley [de Furia Trava y] de la diputada nacional Mónica Macha “Todos los Derechos para Todas” Programa Integral de protección y asistencia a personas en situación de prostitución. (Comunicado de Furia Trava). Desde AMADH destacaron además la “importancia del Programa Potenciar Trabajo como respuesta a las urgencias de supervivencia y las situaciones de violencia de género”, y pusieron a disposición el centro educativo primario que gestionan para recibir a compañeras que quieran realizar la terminalidad educativa que promueve el programa nacional.
Graciela Collantes, presidenta de AMADH, entiende que Argentina debe garantizar la restitución y reparación de derechos para personas desocupadas que están o han estado en situación de prostitución. Aún el feriado de 9 de julio la encuentra trabajando como partícipe en el Comité contra la Trata; desde su Tucumán natal responde que si el registro sólo diera la posibilidad de reclamar la ayuda del Estado a partir de reconocerse como “trabajadora sexual”, se estaría frente a un retroceso: “Nosotras conseguimos que desde el Estado incluyeran a compañeras en los programas de inserción laboral como el Ellas Hacen o Hacemos Futuro [que actualmente es Potenciar Trabajo], con acceso a obra social y a monotributo social y creemos que podemos incidir para mejorar la política pública. El rol del Estado debe ser el de acompañar y poner los recursos que hagan en falta.”
Según Collantes, la categoría de “trabajador/a sexual” puede ser descriptiva de un sector de la población que ejerce la prostitución, pero no puede ser extensiva ni impuesta de forma unilateral a todo el colectivo que se encuentra en situación de prostitución: “las sobrevivientes del sistema prostituyente o desocupadas en situación de prostitución pasaríamos todas a ser ‘trabajadoras sexuales’ sin distinción… Entonces creo que ‘mi cuerpo mi decisión’ sí, pero sobre una sexualidad obligada…que anules tu sexualidad por unos mangos, no”.
Podemos señalar que el registro de trabajadoras/es de la economía popular es necesario, y su relanzamiento, con todas las limitaciones que tiene representa un importante paso hacia la implementación de políticas públicas para todo el sector más vulnerable que aún está esperando acciones concretas: que el Estado garantice pisos mínimos de derechos a quienes hoy no pueden generar ingresos.
Segundo episodio: Malaspina y el capital erótico
No es otro tema, sino otra arista de la discusión: en el episodio anterior, veíamos cómo el Estado tomaba posición por la regulación del ejercicio de la prostitución, para luego retroceder y suspender toooodo el registro de trabajadoras/es de la economía popular al notar que, al imponer la categoría de trabajo sexual para toda la población en situación de prostitución, hacía colisionar una política pública en ciernes, con la posición abolicionista asumida por Argentina en tratados internacionales de rango constitucional. Pocos días después, las redes sociales se encendían en otro debate hot: la presentadora de noticias de canal 26, Romina Malaspina, hablaba de economía con un topcito transparente que dejaba ver sus tetas al ritmo de los mercados. Y entonces, la pregunta del millón en los foros feministas, ¿por qué no puede hacer uso de su capital erótico?, ¿el qué? Ah, pará pará pará, ¿vos me querés decir que las mujeres que no tenemos la propiedad de los medios de producción y llegamos al mercado de trabajo sólo con la fuerza laboral para ser explotadas por el propietariado, tenemos un capital específico, usable y redituable que no habíamos visto? (no todas claro, pero sí unas cuantas) ¿Y que Malaspina es la más viva de la cuadra porque hace plata mostrando las tetas y llega a donde está (y ya tiene más propuestas) porque es una feminista cool que entiende mejor que todas lo de “mi cuerpo, mi decisión”?
Empecemos por el principio: ¿qué es el capital erótico? Si una pregunta, (y una pregunta) en los foros feministas, hay “putivirtuales”, que hacen cams y explotan su imagen vendiendo nudes en foros donde gente con el billete compra videos, bailes, chats… que te lo explican así: “el capital erótico es como el capital intelectual, no es material como la moneda contante y sonante, pero se puede transformar en moneda porque ‘es mi cuerpo, yo decido’ y eso tiene un precio en el mercado”. Bien. Hasta ahí, podemos acordar que ese “capital” con comillas es un recurso…decirle capital suena exagerado, ya que se trata de una especie bastante atípica…digamos que “capitalista capitalista”, es el que tiene la biyuya. Pero tomemos la analogía con el capital intelectual, que es un aporte del filósofo francés Pierre Bourdieu para pensar la acumulación de capital simbólico en un campo determinado. Ese capital simbólico, que puede ser el intelectual (aunque lo excede) es probablemente acumulable, se lo puede disputar, compartir, legar…plasmar en bibliotecas, u otros soportes físicos, transmitir como enseñanza, por lo que puede ser colectivo… y por supuesto también se lo puede comercializar. En cambio, el capital erótico sólo se puede transar: es individual, no se transmite, no se acumula ni se guarda, porque en una sociedad que adora con fruición la juventud, cada minuto hace que se pierda, “se descapitalice” el sujeto que lo detenta y que obligue a la “poseedora” de tal a invertir en cremas, gimnasio, cirugías, photoshop para sostener ese recurso efímero que depende de la competencia, el exotismo, la edad y las demandas del mercado. Raro capital….raro llamar “capital” a eso. En definitiva, conocemos a qué se refiere, ¿quién no ha llegado al final de la cena con un tipo y empieza a pensar que si él paga la cena se va a querer cobrar el postre?, ¿quién no ha recibido algún comentario de un colega insinuando que una está o llega a un puesto de decisión por mover el culo? ¿En serio, vamos a llamar capital a eso?, ¿vamos a sentir que se ha hecho justicia? ¿Por qué desde el feminismo vamos a pensar que eso tiene algo que ver con “mi cuerpo, mi decisión”? ¿Por qué nos parece un delirio que, en lugar de reconocernos por el tamaño de las tetas, nos reconozcan por nuestro arte, pensamiento, invención, tiempo de trabajo?
Una reflexión final sobre esto: Hay muchos feminismos, yo me reconozco en varias de sus vertientes, principal pero no únicamente, en el feminismo radical, el que creó la categoría patriarcado para pensar las opresiones a las que se someten estructuralmente a distintos grupos humanos, también en los aportes del feminismo lésbico y del transfeminismo, de un feminismo sudaca y activista, aunque no reniego de la academia en la que accedí a lecturas y debates necesarios y hoy urgentes. Ahora, hay un feminismo en el que no me encuentro: tiene poca lectura y debate, desconoce los aportes de las feministas históricas, no conoce pero cree que se las sabe todas y suele decir, soy más “lib que rad” sin siquiera entender a qué se refiere eso (o tal vez sí lo sepa y abrace el liberalismo, el capitalismo, el individualismo y le ponga a todo eso glitter para ser feliz). De ese feminismo, me quedo afuera.
Pensar es altamente feminista
El registro fallido reabrió el debate, y como siempre sucede, eso dura dos semanas y sale de agenda. Pero el tema no es nuevo y es recurrente, reaparece de distintas maneras cuando por ejemplo, celebramos o condenamos que una mujer llegue a espacios por bonita o por acceder a, por tolerar que, por consentir o resignarse a las reglas del juego: mostrar las tetas y sonreír, cobrar, no ofenderse ni enojarse, agarrar el dinero y agradecer. No quiere decir que no cobremos por lo que hacemos, y si queremos cobrar por coger y llamar a ese intercambio un trabajo, tenemos que entender que no todas llegan a esa situación en las mismas condiciones y circunstancias. Graciela Collantes lo dijo en estos términos: “Nosotras no cuestionamos a quienes tienen que pararse en una esquina para sobrevivir, pero queremos que esa persona pueda tener recursos, que tenga otras opciones, que no sea ese su único destino posible.” Pareciera que entre abolicionistas y regulacionistas no habría acuerdo posible, pero no es así: la trabajadora social Elena Soler, integrante de Colectiva Flama y de La Raquel Red Feminista de Emergencia,4 hace hincapié en la legislación con marco abolicionista conseguida para toda persona que se encuentra en situación de prostitución, como la eliminación de los artículos contravencionales que persiguen la prostitución callejera: “Derogar los códigos contravencionales es importante porque no te preguntan si te considerás trabajadora sexual o desocupada, ni si sos regulacionista o abolicionista… ése no es el dilema que enfrenta una persona que sale a hacerse unos mangos para comer y es perseguida por el Estado.”
El 11 de julio, “Día de la Lucha Antirrepresiva”, La Raquel presentó su informe sobre la situación de los códigos contravencionales que aún perviven en diecisiete distritos (incluida CABA). Allí destacan: “Si bien la legislación argentina es abolicionista con respecto a la prostitución, es decir, no castiga ni regula su ejercicio, por entender que se trata de una situación social problemática vinculada a la desigualdad de género, y a la racialización y feminización de la pobreza, el Estado continúa sosteniendo aquellas condiciones de desigualdad también a través de los códigos contravencionales y de faltas, que reservan un capítulo de su articulado a penalizar la prostitución callejera.”5 Es necesario subrayar, entonces, que cuestionar la regulación del trabajo sexual, los roles que nos asigna el sistema y exigir políticas públicas, nada tiene que ver con pretender prohibir o perseguir el ejercicio de la prostitución, como exige el editorial de La Nación6. Significa en cambio, modificar las condiciones en las que la prostitución se convierte en la única o mejor salida imaginable en un contexto de desigualdad que está en aumento.
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*Mariela Acevedo es feminista, doctora en Ciencias Sociales, licenciada en comunicación y docente. Administra el portal Feminismo Gráfico y es editora de Revista Clítoris. Escribe, da clases y realiza tareas de investigación en el campo de la comunicación, la salud, los géneros y las sexualidades.
1. El ejercicio de la prostitución no está reglamentado ni constituye un delito. El Estado argentino, firmante de tratados internacionales en la materia, está obligado a legislar para erradicar las situaciones de explotación de la prostitución ajena (proxenetismo) y a asistir a las personas en situación de prostitución que lo requieran. Ver Prostitución bajo el prisma de la Legislación Internacional de Derechos Humanos: análisis de las obligaciones de los Estados y de las mejores prácticas de implementación, que se encuentra disponible en https://www.mdm.org.pt/wp-content/uploads/2017/11/ProstitutionUnderIntlHumanRightsLawES.pdf
2 La historia de la AMADH se remonta a 25 años atrás, cuando las integrantes formaban parte de AMMAR en la CTA y se discutía la figura de “trabajadora sexual”. El desprendimiento primero como AMMAR-Capital y la conformación como AMADH se relata en Nuestros cuerpos no se reglamentan. Relatos de lucha y organización desde la prostitución. (Collantes, G. 2019)
3. Actualmente la inscripción al registro para trabajadoras/es de la economía popular esta vigente en http://renatep.mds.gob.ar/inscripcion
4. La Raquel Red Feminista de Emergencia es una iniciativa de AMADH que articula organizaciones abolicionistas (AMADH, Flama, La Ría, Campaña Abolicionista, Cine en Movimiento, Madres Víctimas de Trata, Grupo Maleza e independientes) para asistir a personas que están o han estado en situación de prostitución y gestionar la entrega de alimentos, medicación e impedir desalojos.
5. Al informe completo se accede en https://linktr.ee/LaRaquel
6. Editorial del 7 de julio en Diario La Nación “Prostitución no es trabajo informal, es explotación”, disponible en https://www.lanacion.com.ar/editoriales/prostitucion-no-es-trabajo-informal-es-explotacion-nid2392270
Excelente!! Suscribo hasta las comas, especialmente la parte del supuesto «capital erótico», tan parecido a otras falacias captadoras como «ser tu propio jefe» y «ganar plata en tu tiempo libre».