Télam No se vende

Con especial énfasis en el derecho humano a la libertad de expresión y en la defensa del periodismo independiente, la celebración de los 79 años de Télam sumó fuerza a la lucha y resistencia de sus trabajadores ante la intervención y el silenciamiento del gobierno nacional.

por Mariane Pécora

El sábado 20 de abril, miles de personas confluyen en un gran festival frente al Congreso de la Nación para conmemorar la trayectoria de la agencia de noticias Télam, repudiar su silenciamiento, apoyar la lucha de sus trabajadores y visibilizar el desmantelamiento que la actual gestión de gobierno pretende hacer con los medios públicos.
“Hoy, no sólo conmemoramos los 79 años de Télam, repasamos ocho décadas de historia argentina documentada a través del trabajo periodístico y, sobre todo, celebramos la lucha de los y las trabajadores en defensa de la agencia de noticias más grande de América Latina”, dice a Periódico VAS Andrea Delfino, delegada del Sindicato de Prensa de Buenos Aires (SiPreBA) en Télam.
Estamos sentadas en el cordón de la vereda de la Plaza de los Dos Congresos, rodeadas de una multitud de personas que corea “¡Télam no se vende! ¡Télam se defiende!”. Mientras, en el escenario, voces de la cultura denuncian el vaciamiento del INCAA, trabajadores de la educación convocan a la Marcha Nacional Universitaria, y el músico Ariel Prat prueba el sonido.
Anochece en la Ciudad y las luces se encienden en el Parlamento nacional, con Andrea repasamos el devenir de Télam. Creada por el gobierno peronista, el 14 de abril de 1945 como agencia Telenoticiosa Americana, a lo largo de sus 79 años sufrió distintos intentos de cierre, privatización y clausura. El primero de ellos lo protagonizó la Revolución Libertadora tras el Golpe de Estado de 1955, pero la férrea resistencia de doce periodistas impidió su cierre. En 1963, el gobierno de facto de José María Guido la clausuró. Durante los oscuros años de la última Dictadura cívico-militar estuvo intervenida. Tras la vuelta a la democracia, en 1994, Carlos Saúl Menen intentó liquidarla, y Fernando de La Rúa hizo lo propio en el año 2000. En 2018, Mauricio Macri intentó despedir a 350 trabajadores. El 1 de marzo de este año, el presidente Javier Milei anunció su cierre. Acción que únicamente se puede concretar con la anuencia del Poder Legislativo.
“La actual intervención no tiene potestad para cerrar Télam, por eso la silenciaron, vallaron e interrumpieron la producción de contenidos”, enfatiza Delfino, y admite que la vigencia del DNU 70/2023 permite que esta situación se prolongue en el tiempo. “Si cae el DNU se termina la intervención. Es decir, se anula todo actuado. Esto permitiría reconsiderar el destino no sólo de la agencia Télam, sino de todos los medios públicos”, apunta.
Y por esta razón, la periodista insta a los legisladores a tomar consciencia y derogar el DNU. “Hay legisladores que no entienden la importancia y función que cumple Télam a nivel federal. Algunos sostienen que carece de sentido en la era de las redes sociales, lo que demuestra el desconocimiento que tienen respecto al papel crucial que desempeña en el país Télam en su rol de igualadora del ecosistema de medios. Por otra parte, es importante tener en cuenta que no toda la población argentina tiene garantizada la conexión a internet, lo que limita la posibilidad de informarse a través de las redes sociales”.
“Nuestro desafío es salirnos del algoritmo, encontrarnos con el Otro, dar voz al entramado comunicacional del país. Esto se puede hacer si entendemos como sociedad que, si bien las formas de comunicarnos se han transformado, ninguna política comunicacional pública puede sostenerse a la atmósfera individualista que impulsan las redes sociales. Damos esta pelea porque sabemos que Télam es símbolo de libertad de expresión, símbolo de soberanía informativa y símbolo de pluralidad de voces”.
Desde el 4 de marzo, la agencia Télam permanece vallada, silenciada y censurada. Mientras que los periodistas y cronistas gráficos siguen dispensados de sus labores, la intervención convocó a trabajar a las secciones de recursos humanos, legales y administrativa. “Los compañeros nos consultaron previamente y nosotros les dijimos que trabajaran. La mayoría, tras cumplir sus tareas, vienen al acampe. Este mes pudimos cobrar nuestros sueldos gracias al sector administrativo, porque la gestión anterior, con la que tuvimos muchos cuestionamientos, dejó financieramente ordenada la empresa. No sabemos qué puede suceder en el futuro, ni qué acciones tomará la intervención, ya que no hay diálogo”, explica Delfino.
Al inicio de la segunda semana de dispensa laboral, Diego Chaher, el interventor designado por Javier Milei, anunció al personal, vía correo electrónico, la puesta en marcha de un plan de retiro voluntario. Para su puesta en marcha convocó a trabajar a las áreas de recursos humanos y legales de la empresa. Hasta ahora, tan sólo 100 trabajadores se acogieron al retiro voluntario. Según Delfino, este hecho evidencia de que la propuesta es un fiasco.
“El tope que se le ofrece a cada trabajador es de 23 millones de pesos. Para quienes tienen muchos años de servicio, esta cifra significa la mitad de la indemnización que les corresponde. Por eso, la postura de la mayoría es exigir que se les pague la indemnización completa”, explica.
El 8 de marzo, el área de prensa lanzó el portal @somostelam. Temas como: la resistencia de los trabajadores; la censurada marcha del 24 de marzo; la cobertura de las luchas sociales contra el ajuste, el hambre, los despidos masivos, el apagón cultural; la represión policial; el vaciamiento universitario…, se visibilizan y ponen en agenda desde la mini redacción que se inició y se sostiene en el acampe dispuesto delante de la oficina de la calle Bolívar.
“Estamos trabajando para volver a trabajar”, enfatiza la periodista Andrea Delfino y asegura: “En estos 50 días hemos realizado un montón de actividades, tanto para contener al colectivo como para visibilizar nuestro reclamo”.
La elaboración de un proyecto de Ley para crear una comisión de seguimiento parlamentario en cada una de las aristas de Télam: desde el control de la pauta publicitaria estatal hasta su rol periodístico y política editorial, es una de las propuestas en las que están trabajando junto al Sindicato de Prensa de Buenos Aires y a la Federación Argentina de Trabajadores de Prensa. “La idea es que las distintas fuerzas políticas sean las que se involucren en el sostenimiento de los medios públicos”, explica la periodista. “Nuestro objetivo es llegar a las 100.000 firmas para presentar esta iniciativa con el respaldo de gran parte de la ciudadanía”, agrega.
Bajo lluvias torrenciales, invasión de mosquitos, calor sofocante, frío extremo y hasta intempestivas sudestadas, los acampes dispuestos frente a las oficinas de Télam de calle Bolívar y avenida Belgrano, se sostienen tanto por la tenacidad de los y las trabajadores como por el acompañamiento y apoyo de sindicatos y gremios de prensa.
Sin embargo, para Andrea lo que realmente da carnadura a esta experiencia es la solidaridad de los vecinos y las vecinas. “La enfermera que vive en la otra cuadra y que todos los días pasa a tomarnos la presión; la vecina que cada noche acerca el café; la gente que pasa para dejarnos un paquete de galletitas, unas medialunas, o se acerca a firmar el petitorio; todos ellos le dan sentido a nuestra lucha”, argumenta. “Milei nos puso como un modelo a destruir, pero sucedió todo lo contrario, el pueblo tomó nota de nuestra resistencia y entendió que somos un modelo para seguir. Eso nos da mucha, pero mucha fuerza”, agrega emocionada.
El silencio del oficialismo, su negativa al diálogo y la extensión del silenciamiento de la agencia Télam no responden a ninguna impericia gubernamental, forman parte de una estrategia de tiempo esbozada, nada menos que en el DNU 70/2023. En un plazo de 180 días, desde su entrada en vigencia, esta norma deroga las sociedades de gestión estatal y las convierte en sociedades anónimas. Los tiempos de Télam se acortan y la indiferencia de los diputados para derogar el DNU y salvar a la Agencia se hace cada día más palpable. Sería lamentable constatar que, en última instancia, el futuro de Télam forma parte de una de las tantas negociaciones espurias que abundan entre oficialismo y oposición.

 

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *