Todo el mundo tiene un corazón hambriento

por Helena Pérez Bellas

We’re all sensitive people, with so much to give. Si la vida se explicara como en un libro de Nick Hornby o una película de Frears o la educación sentimental se pudiera comprimir toda en un conjunto de discos y algunas quotes puntuales de los libros correctos, quizás todo sería más fácil. Pero la vida es impredecible e incluso en un momento de cálculo constantes sigue tomando su curso, porque al fin y al cabo la vida se impone. Pero de todas maneras se puede intentar buscar educación sentimental en las canciones. Una playlist para la vida.

El himno al amor de Marvin Gaye se sostiene. Sensualidad, sexo y coraje, se encuentran en una sola canción. Es cierto que “Let’s Get It On” es una canción que habla directamente de tener sexo – una subcategoría de la música puede ubicarla en baby-making music – pero si dejara de lado la sensualidad y el hechizo, la idea de la seducción, el romanticismo y ese aire a preliminares que sostiene durante sus casi cinco minutos de duración, nada funcionaría. El mecanismo de “Let’s Get It On” es simple pero hoy se hace complejo, por momentos imposible. Entre el feminismo que la emprende contra el amor romántico, con poca o casi nula claridad de lo que es realmente, y una época que descarta lo sensible, o sea todo eso que no se puede verbalizar, en post de reproducir conversaciones -eternas en diez plataformas diferentes de chats o algoritmos para matchs de citas-. El encuentro real con el otro parece ser el lujo de estos días. Y esas categorías, la de lujo y exclusividad, son análisis del hoy tanto para marxistas como para post marxistas. Quién es quién en la escala social se define década tras década, que es lujo y que es pertenecer, cuales son los rasgos de las clases dominantes frente a las subalternas y como se domina a gran parte de la población. Si el amor en categoría conjunto de sentimientos y sensaciones no es concretamente material, la respuesta es sí. Pero la base de la vida y cómo nos vinculamos con los otros, sí lo es. El amor es un acuerdo ético y ese acuerdo ético se da sobre una base material. La pregunta es, ¿Qué pasa cuando la base material no existe en la era digital?

Si en su momento era cierto eso de “Oh no puedes ser feliz, con tanta gente hablando hablando a tu alrededor” hoy es directamente una descripción de la vida urbana. La cantidad de notificaciones que caen en un teléfono no tienen nombre y es deporte de ricos pagar por estar desconectados un día entero. Si el amor es un hecho social y se hace cómo se hace la literatura, o sea para tener una historia que contar, eso hoy parece no existir. La idea del amor, como también del romance, es tener una gran historia que reproducir en otras situaciones sociales, un bar con una amiga, una cena, un café. El amor propicia el encuentro incluso por fuera de los enamorados. Cuando hay amor, cuando hay choque de dos personas, cuando hay incertidumbre, lo que hay también es un libro en blanco que tendrá las páginas que ambos quieran llenar. Esa incertidumbre es parte del misterio que envuelve el amor y parte de la adrenalina que propicia nuevos encuentros. Rota esa incertidumbre vía plataformas digitales, todo el tiempo estoy al tanto del otro, algunas cosas se resienten. Barthes dijo sobre la incertidumbre que el sujeto amoroso es preso de los signos, precisamente porque no puede descifrarlos, ningún sistema de signos es totalmente seguro frente a la incertidumbre del amor. Ese terreno que propicia el no saber, no burocratizar, los afectos, es lo que pone en marcha una cadena total de imaginación cuando no directamente delirio. Me ama pero no me lo dice, le gusto pero no se anima, me extraña pero no lo admite. Esas conversaciones eternas marcan un poco la historia de cada uno. Puede ser que marque más la historia de las mujeres, el carácter de lo íntimo sigue siendo el carácter de lo femenino, mientras los hombres se pierden en lo social. Debe ser por eso que alguien supo decir hace un tiempo: en el amor las mujeres son profesionales y los hombres son amateurs. Ahora si las mujeres deciden, o al menos una parte de ellas que ocupan la agenda social, bajarse de ese tipo de amor porque si duele “esta mal” y la única solución es la fuga o el amor es solo sometimiento o la heterosexualidad es solo y tan solo mandato, no se puede pensar que hay en ese pensamiento algo infantil? El amor va a doler, la vida va a doler, todo potencialmente puede doler y mientras más se calle y más se sepulte y más se niegue, mayor cantidad de hombres y mujeres en estado de depresión constante, una tristeza difusa que no pueden explicar del todo, vamos a encontrar. Los que no quieran sentir que no vivan. Las que quieran nuevos acuerdos para una nueva ética del amor que la trabajen. Los y las que quieran mostrarse enamorados que así lo hagan. Las que quieran mostrarse disponibles que lo hagan. Los que quieran avanzar que avancen. Ahora todos los que quieran renunciar a lo molesto, vulnerable y terrible que puede llegar a ser el amor que se refugien en internet. Que cancelen sus sentidos y opten por la verbalización. Que escriban en infinitas plataformas de citas treinta veces “Hola, cómo estás” con el hartazgo en la cara. Que lo hagan, efectivamente ya lo hacen. Pero no por la cobardía de la máscara que propicia internet se den el derecho de atajar al enamorado. Incluso al romance. Quizás algún día se den cuenta que son símbolos de sofisticada civilización.

Si hay una banda luminosa esa es Beach Boys. “Wouldn’t It Be Nice”, es un tema que parece expresar toda la ansiedad comprimida de Brian Wilson. Si Barthes reclamaba que el sujeto enamorado vuelva a pasearse en público sin vergüenza, acá lo tiene. Un pedido de amor, de garantía para toda la vida, pero que también encierra un miedo al no saber si efectivamente ese amor va a ser para siempre. En una especie de negativa por la positiva, Wilson escribe si no sería mejor que directamente fueran ya viejos y así no esperar tanto. Esa ansiedad por el no saber se licua en uno de los temas más hermosos que diera la música. Un deseo a corazón abierto, para que las cosas finalmente funcionen y no tener que estar en el limbo de la soledad o a la espera de que algo mejor suceda. Eso efectivamente ya sucedió y ante eso no se va a la guerra, no se ensaya ni siquiera el deseo de luchar contra los sentimientos que avasallan y confunden. Sencillamente se rinde. Y en lo que otros interpretan como una enorme pérdida de carácter, otros ven un acto de inteligencia emocional. La más ausente de las inteligencias hoy.

Atajarse en el amor no sirve. Advertir que se quiere y que no se quiere no funciona. Como dijo Tom Petty es una caída libre. La posibilidad de escribirlo todo intenta ordenar esa caída y se delata de manera contínua. Quienes dan las advertencias, “no busco nada serio”, son los que buscan las cosas más serias. Quizás no lo sepan, es probable. Quienes aceptan la caída están al tanto de que van a caer en algún casillero de las relaciones. Va con el sentimiento, no contra.

Una persona se puede pasar la vida entera intentando descifrar cómo no sufrir en el amor. Mutilandose los sentimientos incluso. Haga lo que haga o intente lo que intente va a fracasar. Incluso en una era despersonalizada en donde el cuerpo parece ausente y la virtualidad es la única presencia, donde se generan fobias, miedos y decenas de malos entendidos, al final del día, aunque no sepamos el día exacto, menos el año y mucho menos la hora, las cosas quizás se ordenen nuevamente. Con una nueva ética o con una nueva manera de vivir, con rasgos del presente a un futuro más luminoso. El amor romántico soportó peores cosas que los detractores ante los cuales hoy se enfrenta. Soportó guerras, hambre, revoluciones e infinidad de cosas más. No debería amedrentarse ante los oponente que lo corren hoy. Pero eso depende del hambre que tenga en el corazón cada uno y cada una. De la vida que decida vivir y por qué hechos prefiera ser recordado.

En lo personal, esto es lo único totalmente personal, prefiero anidar cualquier recuerdo en el amor que dí. Porque este texto breve y sentido es una declaración de amor al amor mismo. Al romántico por si no fuí clara.

Comentarios

  1. El tema, el objetivo del tema y la nota sin duda sentida, profunda, merece todo mi respeto y adhesión. Reclamo amablemente por cierta fricción en todo el texto; una especie de tratar de encontrar un lugar para partir y luego seguir forzándose para no salirse de ruta, aunque en verdad no hay tal sendero. Muchas ideas apurándose entre sí y oraciones muy largas con muchas comas. Y no hago la señal por purista del lenguaje o quejoso de la lectura, sino porque denota la forma todo lo que se quiso decir y no encontró el modo intelectual con el que pretendió defenderse. Porque el tema es denso, porque estamos en la realidad líquida, porque hasta puede parecer absurdo tener que reivindicar el amor, que no es tal sin su ética de a dos. Porque en un juego de espejos, entre múltiples discursos y demasiadas plataformas -en la economía de las plataformas virtuales- todo se enreda y la palabra demanda más de lo que se puede esperar de un lector que no va más allá de los 150 «dibujitos». Creo que nos estás proponiendo una mira muy amplia a nuestro tiempo y a su deshumanización, que ya ha impuesto la descorporización y la relatividad completa del «otro», ese necesario para ser uno mismo y un nosotros, por mucho que se crea que la solución es matar al «macho» o a cualquier cosa que merezca ser matada, matar como la simplificación que elimina cualquier otredad que no sea la de mi colectivo. La de mi capricho, la de mi humor en este momento donde no quiero compromisos y responsabilidades, pero si respeto a todos mis caprichos. Y en esto no hay distinción de géneros. Intuyo, porque el texto, con su aspereza, con sus presión, me invita más a intuir que a entender… y me gusta que me inviten a eso, cuando ya nadie invita a nada que no sea una proclama definitiva. Gracias. Sinceras gracias

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *