Tres muertes por hipotermia en la Ciudad
por Cristina Peña
La hipotermia se produce cuando el cuerpo pierde más calor del que puede generar. A medida que la temperatura corporal disminuye, la piel se torna pálida y el cuerpo comienza a temblar en un intento por conservar el calor. Sin embargo, este temblor tiende a desaparecer a medida que el frío se intensifica. En ese punto, la respiración se vuelve cada vez más lenta y la persona entra en un estado de letargo o somnolencia. Finalmente, el corazón deja de latir y se produce un estado de coma. Si el frío llega a congelar el cerebro, la persona puede morir.
Este fin de semana, caracterizado por temperaturas extremadamente bajas, tres hombres fallecieron mientras dormían a la intemperie en diferentes barrios de la Ciudad. Según la organización Proyecto 7, las causas probables de estos decesos fueron la hipotermia, consecuencia de las bajas temperaturas registradas durante esos días.
Este duro hecho nos confronta con una realidad tan apremiante como recurrente. Buenos Aires, la ciudad más rica del país, no debiera permitir que sus habitantes más vulnerables fallezcan en las calles por falta de un refugio adecuado. Cada una de estas muertes es una dolorosa evidencia de la deuda que el Estado tiene respecto al derecho a la vida y la dignidad de las personas en situación de calle.
De acuerdo con los reportes policiales citados por Proyecto 7, el primero de los fallecimientos se produjo el sábado a las 8:30 de la mañana en la Avenida Pueyrredón, en el barrio de Balvanera. Un cafetero que intentó despertar al hombre para ofrecerle café, se encontró con que ya había fallecido, probablemente a causa de la hipotermia.
Otras dos muertes en circunstancias similares se registraron en las primeras horas del domingo. A las 2:45 de la madrugada, un hombre mayor de edad fue encontrado muerto en la vía pública en el barrio de Palermo. Más tarde, en el barrio de Retiro, otro hombre de entre 30 y 45 años fue hallado sin vida al costado de la línea del Tren San Martín.
Estos trágicos sucesos se enmarcan en un contexto climático extremo, con mínimas históricas para lo que va del año. El domingo, la temperatura mínima registrada fue de sólo 1.2°C, mientras que el sábado osciló entre los 2.6°C y los 12.6°C, según datos del Servicio Meteorológico Nacional.
Lamentablemente, estas no son las primeras muertes de personas en situación de calle que se registran en Buenos Aires. A fines del 2023, el Renacalle relevó un total de 8.028 personas en esta condición, y se estima que ese número podría haber alcanzado los 12.000 en la actualidad.
Desde Proyecto 7, organización que realiza recorridas para brindar ayuda a estas personas, se exige una respuesta urgente por parte de las autoridades. El reclamo principal es el «ingreso por demanda espontánea a los dispositivos» de albergue, cuyo número debe estar «de acuerdo al número real de personas en situación de calle». Señalan que «la calle no es lugar para vivir y menos para morir», y que estas muertes son «del Gobierno», que debe asumir su responsabilidad y actuar con prontitud.
Estos trágicos sucesos revelan una crisis humanitaria que no puede seguir siendo ignorada. La Ciudad Autónoma de Buenos Aires, en su condición de la urbe más prospera del país, tiene la obligación moral y legal de garantizar el derecho a la vida y a la dignidad de todas las personas, incluyendo a aquellas que se encuentran en situación de calle.
Es imperativo que las autoridades competentes tomen medidas concretas y urgentes para ampliar la red de dispositivos de albergue, con un alcance proporcional a la cantidad real de personas en situación de calle. Sólo así podremos evitar que tragedias como estas se repitan y garantizar que nadie muera por falta de un techo y un refugio adecuado durante los meses más fríos del año.
La muerte de estas tres personas en las calles de Buenos Aires debe ser un llamado a la acción y a la empatía. Debemos exigir a nuestros gobernantes que asuman su responsabilidad y trabajen incansablemente para erradicar la indigencia y garantizar que nadie tenga que morir por falta de un lugar seguro y cálido donde resguardarse. Es hora de que la ciudad más rica del país se ocupe de proteger a sus habitantes más vulnerables.