Un oficio terrestre
por Rafael Gómez
Así tituló el escritor Guillermo Saccomanno a su discurso inaugural de la Feria del Libro de Buenos Aires, el 28 de abril de 2022: Un oficio terrestre. ¿Será porque había pedido una remuneración por hacer y decir este discurso?, tal como él mismo lo aclara en el transcurso de la disertación. ¿Será porque contrapone la avidez comercial de la Feria con la supuesta espiritualidad desinteresada de los autores? La avidez de las editoriales, y de la Sociedad Rural, dueña del predio (gracias a Ménem), que cobra a través de la Fundación del Libro suculentos alquileres a los feriantes, define -entre otras cosas- una entrada de $ 300 y $ 400 para el público. ¿Dónde se ha visto que una feria cobre entrada?
Saccomanno pasa por delante esta cuestión y se dedica a lo esencial de la producción del sector. Que es el monopolio privado del papel, los enormes costos de las publicaciones, y la ausencia del Estado en políticas culturales (se podría, por ejemplo, sostener imprentas nacionales y reciclar el papel de uso efímero y suntuario). Y que es también, la avaricia de las editoriales que asigna a los escritores sólo el 10% del precio de tapa de un libro. Escribir es un oficio terrestre, nos dice Saccomanno, y sin embargo hay muy pocos escritores que viven de su trabajo.
La Feria del Libro es un ejemplo de todo esto. Tenía hace unos años un eslogan “del autor al lector”, que en realidad puede traducirse como “del editor al consumidor”. Porque hay más editores y distribuidores, que escritores viviendo de los libros. La Feria es un gran negocio para las editoriales, que venden libros nuevos con un 80% de ganancia, y que pueden liquidar a buenos precios sus saldos (sobre todo esto). Lo demás es escenografía, discursos bonitos, luces de colores, firma de ejemplares con el escritor o escritora promovida, y enunciar políticas culturales inexistentes por parte de organizadores y funcionarios.
Esa es la Feria del Libro. Escritores y lectores, estafados. No hay verdadera literatura sin trasgresión, rebeldía, cuestionamientos, rupturas, y búsquedas, nos dicen Saccomanno y los auténticos escritores. Y no es eso lo que producen las editoriales ‘de punta’ en nuestro país, ni tampoco lo que podemos encontrar en esta feria. La verdadera literatura, no puede ni debe tratarse sólo como un negocio, especulación política o un entretenimiento. Vender y contener. Y “los libros que más se venden suelen ser complacientes con la visión quietista del poder”. Gracias, Saccomanno, por decirlo tan claramente, desde dentro de la Feria, agitando a los espectros ruralistas y coloniales de ese lugar, y de frente a organizadores, editores, y funcionarios políticos, todos tan caretas. Muchas gracias.