Vecinos de villas se hicieron cargo de ambulancias
Los habitantes de las villas porteñas tienen derecho a ser asistidos, dijeron integrantes de un sistema de emergencias vecinal recientemente ponderado en el exterior, quienes esperan que esa función la asuma el Estado como ocurre en cualquier otro barrio de la ciudad.
«Ese es nuestro objetivo, que el Estado se haga cargo de atender la emergencia de todas las personas, vivan donde vivan», dice Rafael Klejzer, integrante de la Corriente Villera Independiente, sin negar que la iniciativa de los vecinos «es considerada un ejemplo en otros países de la región y el mundo».
La falta del Estado obligó a los habitantes de las villas porteñas a crear dos años atrás, desde la comisiones de salud barriales, un sistema de emergencia que se conoce con el nombre de Central de Emergencias Villeras, que consta de cuatro ambulancias.
Hoy, ese servicio que funciona con postas y un equipo formado por cinco promotoras de salud, un chófer y un paramédico asiste las emergencias en la villa 31; 31 bis; 1-11-14; 20; 24 y Barrio Zabaleta; villa 6; Cildañes, Fraga, La Carbonilla; Mariano Acosta; villa 3 y Los Pinos.
Consultado sobre esta situación, Alberto Crescenti, responsable del servicio público de emergencias de la Ciudad de Buenos Aires (SAME) aseguró que “ las ambulancias del SAME ingresan todos los días y según consta en registros, a todos los asentamientos de la ciudad, de hecho durante el año 2015 se realizaron 6500 auxilios”.
Sin embargo, el director del SAME reconoció que “debido a hostilidades sufridas tanto por nuestro personal como por los móviles tuvimos que coordinar el ingreso con custodia policial para poder seguir ayudando a todos los ciudadanos que se encuentran en una situación de emergencia o urgencia”.
Y es a partir de esa situación donde el sistema comienza a ser ineficiente: Según un testimonio recogido por la agencia EFE a Marina Joski, una vecina que trabaja en la Central de Emergencias Villeras, antes de crear su propio sistema «los vecinos tenían que llamar a la policía para que la ambulancia ingresara, lo que provocaba demoras enormes, y nuestros pibes y pibas se morían en el camino».
Esta nota realizada recientemente por EFE tuvo importantes repercusiones en diarios y portales del exterior en los que se destacó “el empoderamiento de los vecinos de las villas por hacerse cargo de la asistencia de la salud en la emergencia a falta de presencia estatal”.
Encabezada con el dato de color de que los vecinos manejan las ambulancias ploteadas con la imagen del Che Guevara y del sacerdote tercermundista Carlos Mugica, en sus chasis, el cable de EFE dice que el servicio «suple al servicio oficial».
La iniciativa de los vecinos, considerada un logro de organización que los enorgullece fue, según difundió la agencia extranjera, una respuesta a «la negativa del Sistema de Atención Médica de Emergencias (SAME) de entrar en la villas por razones de seguridad».
No obstante, desde la Corriente Villera Independiente insisten en que «el logro de la organización barrial» de ninguna manera echa por tierra el reclamo histórico de urbanización e integración a la ciudad de todas las villas porteñas y que para ellos sería un verdadero logro que «la emergencia la cubra quien la tiene que cubrir».
El proyecto, aclara Joski, «no recibe ayuda de sectores privados ni del Estado, y se financia con fiestas, rifas y otros proyectos que permiten comprar medicamentos y equipos».
Consultada por Télam, la Asociación Civil por la Igualdad y la Justicia (Acij) coincidió en que “las ambulancias entran a las villas, pero mal y tarde, porque el tema no se resolvió a pesar de varias causas judiciales en curso”.
Acij inició en 2011 una demanda para remediar la falta de asistencia estatal en las villas, presentación a la que se sumó más tarde la Asesoría General Tutelar, a cargo de Gustavo Moreno en ese momento.
Los Centros de Salud y Acción Comunitarias (CeSaC) habían interrumpido su servicio, argumentando la falta de condiciones de seguridad mínimas, lo que obligó en el marco de la demanda de Acij a abrir un acuerdo en el que se establecieron condiciones para que pudieran entrar las ambulancias.
Según Crescenti, el SAME se “organiza en forma conjunta con los referentes de cada uno de los asentamientos, en diferentes puntos de encuentro para acceder a pie en aquellos lugares donde un móvil no puede ingresar”.
Sin embargo, el caso de Humberto Ruiz, un habitante de la Villa 31 de Retiro -que tuvo un ataque de epilepsia y no pudo ser atendido debido a que la ambulancia se negó a entrar hasta dónde estaba el hombre- figura en las causas judiciales como un ejemplo donde esta coordinación no se habría cumplido.
La nota de EFE elogia, además, al «centro atendido por promotores de salud capacitados en primeros auxilios y en atención de emergencias por adicciones».
El sistema tiene «postas» o relevos que dan aviso de las emergencias a la central ubicada en Constitución, y las ambulancias cuentan con choferes y paramédicos, especialmente entrenados para responder a la demanda de los vecinos.
Frente a la idea de que la villa no es un lugar seguro para el SAME, Joski cree que «cuando hay organización, herramientas comunitarias y participación» esa escena se construye sola.
De todas maneras, los vecinos admiten que ese rol le corresponde al servicio estatal de ambulancias y esperan que pronto se cumplan las condiciones para que esa asistencia sea un derecho de cualquier vecino de la Ciudad de Buenos Aires.