Verás que todo es mentira
por Rafael Gómez
¿Qué cosas son mentiras? El discurso y la descripción de la economía que aparecen en la tele y en los diarios corporativos. Lo de la inflación, el déficit fiscal… y lo de la libertad. No vivimos mal los argentinos ni somos pobres por la inflación o el déficit fiscal. Ese es un viejo cuento que pronto veremos con claridad en esta nota. Y la libertad de la que habla este Gobierno no es la libertad del pueblo. No es la del ciudadano de a pie. De ninguna manera. Es la libertad de las corporaciones y los inversores para enriquecerse sin consideraciones. La libertad de las corporaciones para pagar menos impuestos, para reducir los sueldos, extender la jornada laboral, fugar capitales, comprar a precio vil empresas estatales… Es decir: la libertad de aumentar sus ganancias y privilegios a costa del malestar de muchos. A costa de reducir la libertad de la mayoría de la población. La cuestión de la inflación y el déficit fiscal son un invento para justificar un ajuste. Y el ajuste consiste en reducir de hecho sueldos y jubilaciones (llámese licuar) y reducir los presupuestos de salud, educación y bienestar social (con todo el daño que implica), para aumentar las ganancias de las corporaciones.
Un poco de Historia
El mecanismo no lo inventó Milei. Esta historia empezó hace 48 años, con el golpe militar del 24 de marzo de 1976 liderado por el general Videla, que disolvió el Congreso y puso a José Alfredo Martínez de Hoz (alias Joe) como ministro de Economía. Joe, era presidente de Acindar, de familia oligarca, casado con una Bullrich, educado en Cambridge y amigo de Margaret Thacher, la impulsora del sistema neoliberal en el mundo. Y Joe, con esta impronta, fue quien trajo el neoliberalismo a Argentina. La razón que esgrimió para instalarlo (adivinen ustedes) fue la inflación, según él la causa de todos los males. Para frenar la inflación (adivinen ustedes) había que hacer un ajuste. Y el ajuste, ya lo sabemos, consiste en transferir ingresos y recursos de los sectores mayoritarios y vulnerables de la población para aumentar las ganancias de las corporaciones. El neoliberalismo consiste en aumentar el protagonismo y el poder de las corporaciones frente a los Estados nacionales o Estados de bienestar. Es una postura basada en la meritocracia, la acumulación, el libre mercado, la competitividad y el individualismo.
La gestión de Joe basada en el libre mercado, la liberación de precios, salarios, alquileres, importaciones, eliminación de subsidios y planes sociales, y fuerte endeudamiento con el FMI, fue un tremendo desastre para el pueblo: aumentó la inflación y la pobreza a niveles nunca vistos. La gestión duró 5 años, tanto porque al terror económico las fuerzas armadas añadían el terror social. Si no estabas de acuerdo con la Dictadura (autodenominada Proceso de Reorganización Nacional) seguro que eras un zurdo, un asesino comunista que quería romper la paz y el orden. Un enemigo, diría Videla (y también Milei). Entonces podrías desaparecer, hubo 30.000 desaparecidos en ese período.
Por supuesto que no todos perdieron con el neoliberalismo. Ganaron las corporaciones, que incluso saldaron deuda privada con fondos públicos, y ganaron los financistas y la oligarquía agroindustrial, de donde venía Joe. La contrapartida fue, además de los desaparecidos, una inflación anual promedio de 215%, un aumento de la deuda externa de 8.000 a 40.000 millones de dólares, y un aumento de la desocupación y la pobreza.
Finalmente, el Proceso de Reorganización Nacional concluyó sin alcanzar sus promesas, el general Galtieri (tal vez intuyendo el origen de la desgracia) entabló una guerra contra Inglaterra por la soberanía de las Malvinas, pero la Thatcher mandó torpedear al crucero General Belgrano con más de 1.000 tripulantes, y ese fue prácticamente el final del conflicto.
La historia del neoliberalismo en Argentina sigue en la década de los 90’ de la mano del peronista Carlos Saúl Ménem y su ministro de economía, Domingo Cavallo, quien estableció un régimen de convertibilidad del peso igual al dólar (también son las intenciones de Milei), privatizó empresas públicas rentables en beneficio de las corporaciones, liberó precios, salarios e importaciones (como en la gestión de Joe), y aumentó considerablemente la deuda externa de 65.000 millones a 150.000 millones de dólares. También redujo la producción industrial a la mitad -por la liberación de las importaciones resultaba más rentable importar que producir- e inició la recesión económica aumentando la desocupación (la similitud con la situación actual no es una coincidencia).
La recesión neoliberal impulsada por Ménem desembocó en crisis económica y política, y en la revuelta y estallido social del 19 y 20 de diciembre del 2001. Que, considerando el oficio de los políticos a favor de las corporaciones y en contra del pueblo que los había elegido, abolía el sistema de la democracia representativa con el lema: “¡Qué se vayan todos!”. (Surgen entonces las Asambleas Barriales, que plantean la participación democrática en el gobierno para resolver los problemas; y resurgen en la actualidad, ante la recesión y el aumento de la pobreza provocada por el gobierno de Milei).
La tercera embestida del neoliberalismo fue en el gobierno de Mauricio Macri en 2015. Macri mentía, decía que venía a unir a los argentinos, simulaba tener buenas intenciones; y era como Joe: venía de las corporaciones y la oligarquía para defender sus intereses. Pese a sus promesas electorales, la inflación aumentó a más del 50%. Rebajó los impuestos a los empresarios, liberó tarifas, disminuyó subsidios a servicios públicos, negoció con los fondos buitres (él mismo operaba con ellos, fugaba dólares), y tomó más de 40.000 millones de dólares de deuda con el FMI (también dedicados a la fuga). Su ministro de Finanzas y presidente del Banco Central, asociado a los fondos buitres, al modelo corporativo, y artífice de la deuda fraudulenta con el FMI fue Luis Caputo (el actual ministro de economía de Milei). Y su ministra de Seguridad, para reprimir a trabajadores y jubilados en las calles, fue Patricia Bullrich (la actual ministra de Seguridad de Milei).
Ver es el principio de la verdad
Milei es un producto de esta historia reciente. No llega, como él dice, desde los tiempos de Julio Argentino Roca para restablecer aquella época donde el país fue la primera potencia mundial. Argentina nunca fue la primera potencia mundial. Tampoco se puede volver 120 años atrás. Y tampoco Milei es un líder bíblico, como Moisés, según su delirio místico, que invocando a las fuerzas del cielo recibe las tablas de la ley y viene a salvarnos. ¡Nada de eso! Milei, como sus predecesores neoliberales, viene para aumentar las ganancias de las corporaciones y la oligarquía. Así de sencillo. Es parte de las corporaciones y la oligarquía, trabaja para ellas. Y lo hace con las mentiras comunes ya expuestas. Pero hay una diferencia entre los procedimientos de él y los de sus predecesores que es importante entender.
Además de las mentiras, había en el caso de Videla y Joe una fuerza militar que lograba el sometimiento (necesario para hacer el ajuste) mediante la represión y el terror. Y si bien el gobierno de Milei ha reivindicado las fuerzas armadas y la represión -incluso a través de la propia vicepresidenta Victoria Villarruel, fan de Videla e hija de un militar represor-, también ha logrado un sometimiento distinto: un sometimiento voluntario. ¿Qué quiere decir esto?
Que se ha pasado de un poder ejercido sobre los cuerpos (la biopolítica, según Michel Foucault) a un poder ejercido sobre las mentes (la psicopolítica, según Byung-Chul Han). En este nuevo sistema, el de la psicopolítica, usado por el gobierno de Milei, el sujeto sometido no es consciente de su sometimiento. El sujeto se cree libre cuando en realidad está controlado y manipulado por los medios de comunicación, las redes sociales y las plataformas (que no existían en tiempos de Videla). La psicopolítica, basada en el big data y la inteligencia artificial, es el control y sometimiento a través de los miles de millones de datos extraídos de los sujetos a través de las redes y plataformas, que se procesan por algoritmos y vuelven -convertidos en información, anuncios y estímulos- a los sujetos para generar tendencias, hábitos, consumos, y también, por supuesto, comportamientos políticos. Y dada la abundante, sorpresiva y vertiginosa información y estímulos que produce el sistema y envía a los individuos, se consigue mantener a los sujetos aislados (todo lo provee el sistema a través de los medios, redes y plataformas) y en un estado pre-reflexivo que permite la manipulación. La clave consiste en bloquear el pensamiento propio y manipular al sujeto por las fantasías y las emociones. Milei se imagina como un león, invoca a las fuerzas del cielo, incita al odio, pondera, insulta en las redes a quienes se oponen… ¡Nuestro presidente es un troll! ¿Qué hacer?
Parar. Detenerse. Despojarse de mentiras y fantasías.
Ver la realidad. Recuperar la subjetividad.
Pensar.
Desde el arribo de Milei hace más de 130 días, ya hubo un paro multitudinario convocado por la CGT el 24 de enero. Hubo marchas enormes contra las quitas de subsidios sociales, debido al ajuste. Hubo una conmemoración impresionante en la Plaza de Mayo el 24 de marzo, por la Memoria, Verdad y Justicia. Un festival en la Plaza Congreso el 20 de abril, celebrando los 79 años de la agencia Télam y oponiéndose a la intervención y silenciamiento de los medios de comunicación públicos por parte del Gobierno de Milei, en una clara muestra de censura. Otra marcha impresionante el 23 de abril en todo el Centro porteño, contra la reducción de fondos a la Universidad y la Educación pública ordenada por el Gobierno para implementar el ajuste. Y habrá una marcha el 1º de mayo por el día del trabajador. Y otro paro nacional convocado por la CGT el 9 de mayo, en defensa de salarios y jubilaciones que el Gobierno reduce, también por el ajuste.