La democracia participativa y el símbolo de la mordida

Por Mariane Pécora

La mordida

Una mordida profunda, morada y sanguinolenta, exhibe en el antebrazo Juan Carlos Badía, el Secretario de Actas.  Esta herida es el corolario de la frustrada tercera reunión del Consejo Consultivo Comunal en la Comuna 1.

La democracia participativa consiste en la puesta en práctica de una modelo político que hace que los ciudadanos se asocien y organicen de forma horizontal, de modo de que puedan deliberar y manifestarse por igual con puntos de vista diversos ¿Cómo se llegó, entonces, este acto cuasi canibal?

La Conformación de las Comunas y la puesta en práctica de la democracia participativa, van a contramano  con el proyecto de Ciudad ideado por el macrismo: convertir a Buenos Aires una especie de shopping turístico-cultural, con espacios públicos privatizados o concesionados, que otorgue buenos dividendos a pocos, en la misma medida en que excluya a las mayorías empobrecidas.

No fue la voluntad de Macri la que puso en marcha el llamado a elecciones comunales. Sino que se vio impelido por la Justicia a hacerlo,  gracias a la tenacidad y la lucha de los vecinos.

La elaboración de parte del Ejecutivo porteño de un proyecto que modifica la ley de Comunas reduciendo las facultades de la Junta Comunal y de los Consejos Consultivos, la creación de las Unidades de Atención Ciudadana y la no transferencia de recursos a las Comunas, son un claro ejemplo de la intención de desgastar la participación popular hasta hacerla desaparecer. El mejor argumento de Macri para deshacerse del escollo de la Democracia Participativa es decir que no sirve. Que los vecinos no pueden, ni quieren, ni saben autogobernarse. Nada mejor entonces que propiciar episodios para impulsar estos argumentos.

Siembra odio y cosecharás tempestades

Las cosas no se dieron de la mejor manera en las dos primeras reuniones del Consejo Consultivo Comunal 1, es cierto. Tal vez por temor, por inexperiencia o por desconfianza al nuevo proceso que se estaba abriendo, algunos dirigentes de la oposición en la Ciudad, más precisamente del Frente para la Victoria, se apresuraron demasiado. No supieron caminar al paso del más lento, como dicen los zapatistas, sino que arrasaron por la fuerza de las mayorías. Esta actitud molestó a algunos, desilusionó a otros e irritó a muchos. Y sobre estos últimos capitalizó el partido que gobierna la Ciudad y armó  una estructura de odio.

La segunda reunión del Consejo Consultivo Comunal fue prácticamente boicoteada por el oficialismo porteño, para ello se alimentó la interna que un grupo de delegados de la Villa 31 mantiene con la referente de La Cámpora en ese barrio. Pese a esto el Frente para la Victoria se impuso por mayoría. Se aprobó vertiginosamente el reglamento de funcionamiento del Consejo Consultivo Comunal y se convocó a un tercer encuentro para el día 18 de abril a las 19 en la Facultad de Ciencias Sociales del barrio de Constitución.

La ley de Comunas establece que La Junta Comunal tiene la obligación de garantizar el funcionamiento del Consejo Consultivo de la Comuna, como así también de promover y desarrollar mecanismos de democracia participativa.  Juan Carlos Badía y Ricardo Rúa,  secretario de Actas  y coordinador del Consejo Consultivo Comunal 1, cursaron a la Presidenta de la Junta Comunal, Cristina Brunet y a Daniel Vigo, juntista encargado de garantizar la participación ciudadana, una solicitud para que habilitaran la sede de la Comuna 1 y poder desarrollar la tercera reunión del Consejo Consultivo Comunal, dado que la Facultad de Ciencias Sociales no tenía espacio disponible. Mediante otra nota, pidieron también, se les facilitara el padrón de vecinos e instituciones a fin de llevar a cabo la convocatoria o anularla. Obtuvieron como única respuesta una llamada telefónica de Vigo diciendo que no podía cumplir con estos requerimientos.

Lo cierto fue que el 18 de abril llegó, y unos cien vecinos se acercaron a la Facultad de Ciencias Sociales. Pero se encontraron con que no tenían espacio físico, ni garantizadas las medidas de seguridad para sesionar. Esto produjo una serie de reproches de los participantes  dirigidos hacia el Coordinador y el Secretario de Actas. La única juntista que se hizo presente para dar explicaciones fue Edith Oviedo, del Frente para la Victoria. Palabras más, palabras menos, Oviedo dio a entender que la partidocracia se hizo carne dentro de la Junta Comunal 1 -compuesta por cuatro representantes del Proyecto Republicano (PRO), dos del Frente para la Victoria (FPV) y una del Partido Socialista Auténtico-, porque ninguna iniciativa de la minoría es apoyada o puesta en práctica por la mayoría. Oviedo abogó, por llevar adelante un Consejo Consultivo con vecinos que dejen de lado las diferencias políticas o partidarias para trabajar por el mejoramiento de sus barrios y, finalmente, propuso que la reunión se trasladara al día 3 de mayo en el Aula  Magna del Colegio Nacional Buenos Aires de 19 a 21 horas.

Muchos vecinos estuvieron de acuerdo. E incluso pidieron que se dejaran definitivamente de lado las cuestiones partidarias y se levantara de una vez por todas la bandera de la Democracia Participativa. Luego la mayoría de los asistentes, entre ellos los militantes del Frente para la Victoria, se retiraron del lugar.

Otro grupo de vecinos, algunos de ellos integrantes del pre-consejo consultivo comunal que funcionó hasta el año pasado, y otros tantos de los que intentaron de interrumpir la reunión anterior, se mostraron totalmente disconformes con esta propuesta. Aparentemente, estaban al tanto del desmadre que ocurriría por la falta de espacio físico, porque que concurrieron provistos de un megáfono. Y trataban de hacer firmar una nota donde solicitaban que la tercera reunión del Consejo Consultivo Comunal se llevara a cabo el 27 de abril en el colegio Filii Dei.

Quedaban unos pocos vecinos dispersos en el patio de la facultad de Ciencias Sociales cuando el secretario de Actas Juan Carlos Badía se acercó al grupo que estaba haciendo firmar la nota. Uno de los delegados de la Villa 31 lo invitó a suscribir la nota. Fue entonces cuando Vanina Menghini, que capitaneaba la movida, increpó a Badía  y forcejeó con el delegado, tras lo cual el acta que estaban refrendando quedó hecha pedazos. En medio de la batahola el portador del megáfono arrebató  una carpeta a Badía  con las copias de las notas enviadas a la Junta Comunal y otra documentación. Vanina tomó la carpeta y, para para evitar  que Badía la recupere, le aplico un tremendo mordisco en el antebrazo. Luego huyó junto al megafonista, seguramente, creyendo que el botín era el libro de actas del Consejo Consultivo Comunal.

Tuvo que intervenir el personal de seguridad de la facultad y la policía. Varios vecinos se solidarizaron con Badía y concurrieron a la comisaría para brindar testimonio del arrebato. Menghini se  había  adelantado y, para encubrir el  robo, radicó una denuncia por lesiones y violencia sexual.

El megafonista, se llama Aníbal, y es la misma persona que, supuestamente monitoreado por un juntista del PRO, irrumpió en el escenario en la segunda reunión y esta se hizo insostenible. De Menghini, se dice, encabeza un grupo que intenta invalidar lo actuado en el Consejo Consultivo Comunal o bien formar uno paralelo.

La herida del brazo de Badía sanará. La cicatriz en cambio quedará como la marca del odio. De un odio estúpido promovido por quienes intentan socavar un proceso que debiera unirnos como vecinos en lugar de dividirnos.

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Notas Relacionadas:

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El inicio de la Democracia Participativa Parte I

Comentarios

  1. Mariane:

    Acabo de leer el artículo, y es una buena crónica del suceso de anoche.
    Está muy bien tratada la noticia.

    Los comentarios personales que complementan la información, resultan muy apropiados.

    Pablo

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