Cuando el Futuro nos Alcance
Han disminuido los crímenes y los accidentes, la ciudad está limpia porque los androides no producen basura, el trabajo es más eficiente, aumenta la productividad, el cuerpo de los sustitutos es más estético y deseable. Las personas no sufren dolor ni tienen estrés. Parece el umbral del Mundo Feliz, pero ocurre algo que lo trastorna todo. Un crimen. Alguien ha eliminado dos sustitutos con un arma especial y ha matado también a los operadores. Aparece una grieta en el sistema. Si existe un arma que disparada contra un robot puede matar por acción remota al operador del robot a kilómetros de distancia, entonces no hay más seguridad, la sustitución pierde una de sus ventajas.
El agente del FBI Tom Greer será el encargado de resolver el caso y hallar el arma para neutralizarla. Una línea de investigación lo lleva a interrogar al huraño Canter, el inventor del sistema de sustitución; y otra línea lo lleva hasta un área de la ciudad, restringida a los robots, donde hay un movimiento de opositores a la sustitución y un profeta violento que presagia el fin de la era virtual y lidera una revolución para volver a los valores humanos. De modo que Greer debe prescindir de su robot, para entrar en el área, y hacer el trabajo en persona. La realidad que ve por sí mismo, el culto a la apariencia, y el rechazo de su esposa Maggie, que es adicta a la vida virtual, harán que el detective cambie de opinión respecto al sistema.
Finalmente, las líneas de investigación convergen, Greer descubre que el famoso inventor Canter se ha transformado en un villano mesiánico que planea destruir a todos los robots y matar a sus operadores (el 90 % de la población) para iniciar una nueva era con la gente del área restringida.
Se trata de una producción de 80 millones de dólares con buenos efectos y escenas de animación muy logradas. Bruce Willis encarna al detective y hace con eficiencia su papel de siempre, el del policía duro de matar. El resto del elenco acompaña, la mayor parte del tiempo disfrazado de androide, que resulta un límite expresivo. Tal vez por el predominio de las escenas de acción, o porque la película tiene varios cortes, no haya un desarrollo importante de la situación colectiva ni de la psicología de los personajes. Además, respecto a la verosimilitud del mundo planteado, no se entiende cómo se reproducen las personas a través de los sustitutos; ni tampoco por qué hay en la ciudad tantos autos manejados por androides, si éstos tienen una movilidad mayor que los autos.
Al detective Greer, como suele suceder en estas películas, le toca salvar el mundo. Lo original es que no lo salva del todo. Greer impide la matanza de los operadores pero decide eliminar a los robots, y con ellos al sistema de sustitución. Es decir, abandonando la mirada ingenua y haciendo una proyección a nuestros días, Greer (el héroe y portador del mensaje mediático) decide, por el bien de la humanidad, eliminar la cibernética y la realidad virtual que tanta popularidad y desarrollo tienen en la actualidad.
Usamos teléfonos celulares, computadoras, webcams , Internet, Second Life , Facebook , mensajes de texto, e-mails, videojuegos participativos, blogs y chats que multiplican nuestra presencia. Nos relacionamos con gente, que tal vez jamás conozcamos personalmente, a través de nicknames y personajes que inventamos: ya estamos usando sustitutos. Y las posibilidades técnicas aumentan día a día. En el tiempo de la película, año 2054, la sustitución se ha apoderado del mundo, dice el director Jonathan Mostow, apoyando en alguna medida la decisión final del protagonista. No está bien que la sustitución -una mezcla de cibernética y realidad virtual- se apodere del mundo, nos dice el mensaje.
Aquí cabe intentar responder dos preguntas: ¿quién crea el mensaje mediático? y ¿para qué se lo envía? IDENTIDAD SUSTITUTA está basada en el cómic The Surrogates (Los Sustitutos) de Robert Venditti -inspirado, según él, en la adicción a los videojuegos-. El grupo Disney compró el cómic, contrató a los guionistas de Terminator, al director de Terminator 3, y a Bruce Willis, para hacer la película.
La siguiente pregunta es más difícil de responder. ¿Por qué, para quiénes, y para qué, se envía este mensaje? Para ganar dinero, es la respuesta rápida. Cierto, pero se puede ganar dinero con la misma envoltura -historia, reparto, acción, efectos especiales, animación- y otro mensaje. ¿Por qué elegir un mensaje contra la sustitución? ¿Por qué elegir precisamente ese mensaje cuando la película va dirigida a un público adolescente-juvenil, que es entusiasta de la sustitución? No puedo responder con certeza, pero tengo dos datos para acercar.
La corporación Disney, desde que apareció Mickey Mouse hasta ahora, ha sido un referente de formación cultural en la sociedad estadounidense y adyacencias. De modo que está en su naturaleza mandar este tipo de mensajes y alertar, por ejemplo, sobre la deshumanización y los peligros de la realidad virtual.
El otro dato remite a la primera respuesta: ganar dinero. En el último trimestre del 2008, la concurrencia a los parques temáticos Disney (Walt Disney World, Disneyland) disminuyó un 32%. A la crisis financiera se suma la competencia de la realidad virtual vía Internet, que propone a los usuarios no trasladarse y disfrutar la magia desde sus casas. Las cifras son impresionantes. Los ingresos anuales de Disney por parques temáticos rondaban los 12.000 millones de dólares en el 2007, bajaron a 9000 millones en el 2008 y siguen bajando. No es una locura invertir 80 millones en una película para intentar frenar la tendencia, ¿no le parece?